Personajes Alfonso Diez |
Quienes
hayan hecho estallar los artefactos explosivos en Morelia la noche del Grito,
que costaron casi una decena de muertos y un centenar de heridos, fueron mucho
más allá de cualquier plan que pudiera aceptarse como parte de una Guerra de
Guerrillas o como medida de algún partido de oposición para hacer caer al
presidente Calderón.
¿Descabellado?
Recordemos los antecedentes. Hace unas semanas aparecieron en diversas partes
de la república unas mantas en las que se acusaba tanto al presidente Felipe
Calderón como al expresidente Vicente Fox de estar ligados al narcotráfico y
aunque no hay firmante responsable de las mismas (¿cómo lo iba a haber?), daban
la impresión, o pretendían darla, de que se trataba de denuncias hechas por los
propios narcotraficantes.
En
esto hay varias cosas que llaman la atención:
1.-
La capacidad de organización de quienes pusieron las mantas en diversos puntos
del país que reflejan, más que la denuncia insólita de un narcotraficante, la
manera de hacer las cosas de una institución experimentada, como podría serlo
un partido político.
2.-
El odio y el rencor que se plasman en los textos de las mantas que indican más
una estrategia política que un posible deseo de narcotraficantes de denunciar a
los cómplices (¿para qué, además?).
3.-
La similitud, precisamente, con la manera de operar a base de mentiras y
calumnias de cierto partido político que ha buscado desacreditar al presidente
con la intención, hecha pública semanas atrás, de hacerlo caer.
4.-
No es posible creer que unos delincuentes, supuestos narcotraficantes, se
organicen de tal manera que tengan que contratar a decenas de personas para
poner mantas en distintos lugares, lejanos entre sí por cientos o miles de
kilómetros, y elaboradas en algún taller especializado en artículos
publicitarios.
Desafortunadamente,
los trágicos sucesos de Morelia nos hacen voltear la vista hacia los autores
intelectuales de la instalación de las mantas antes mencionadas y estos no
pueden ser miembros del crimen organizado, partiendo de las razones expresadas
antes.
No
es la intención acusar sin pruebas, y no lo hacemos, pero los hechos resultan
tan absurdos, tan fuera de toda lógica, tan lejos de cualquier similitud con
algún suceso del pasado, que no podemos descartar ninguna teoría, aunque cueste
trabajo siquiera trazarla.
Un
día antes del atentado en Morelia, Ciro Gómez Leyva publicó en el periódico
Milenio una columna en la que alertaba contra las acciones de Andrés Manuel
López Obrador; decía que lo que éste quería era que hubiera muertos, para
lanzarse contra las autoridades y aparecer como supuesto héroe, y no encontraba
otra explicación a las acciones ilógicas de Andrés Manuel armando marchas y
plantones en las que en cualquier momento pudieran infiltrarse inclusive
provocadores que llevaran la sangre al ruedo.
Por
eso, decía Gómez Leyva el 14 de septiembre en su columna, iba López Obrador a
dar el Grito en el Zócalo el mismo día que el presidente, para provocar, para
buscar un muertito que le diera motivos para gritar intentando derrocar a
Calderón.
¿Descabellado?
Parece que ya no tanto. Lo que el autor de estas líneas veía como posible tras
la aparición de las mantas y Ciro anunció de manera premonitoria un día antes
de que se llevara al cabo ya sucedió: en Morelia ya hubo muertos y heridos
provocados por alguien que, por lo menos hasta este momento, no ha dicho porqué
lo hizo; en otras palabras, la intención parece ser cargarle al gobierno una
inseguridad que “podía inclusive haberle costado la vida al gobernador
perredista de Michoacán”.
No
olvidemos eso, el atentado se llevó al cabo en la tierra de Cuauhtémoc
Cárdenas, en un bastión perredista. ¿Para señalar al PAN? Ojalá no.
Puede
ser una simple coincidencia, pero puede ser también parte del plan.
¿Quién
fue el autor?
No
podemos descartar a nadie, ni siquiera al despistado, al loco, al delincuente
común, al narcotraficante, al terrorista, al guerrillero, pero tampoco al
político que busca de manera desesperada la revancha, el triunfo que no pudo
obtener en las urnas.
Ojalá
no sea por el lado de la oposición, porque de ser así, podríamos estar
anticipando el principio del fin para una corriente que no merece tales dirigentes.
Ojalá no sea por ese lado.
Si ya con sus acciones, sus señalamientos infundados, sus provocaciones y su incitación a la rebelión están y han estado a punto de provocar algo que va más allá de lo que pueden controlar, un acto tan deleznable como el de Morelia los llevaría al lodo, a la escoria de cualquier civilización que se precie de serlo. |